Muta con cada palabra que se arroja a mi recuerdo,
Transforma los pensamientos amorfos de mi ceguera mental.
Se adelanta a mi intuición en cada gesto esporádico.
Cambia cada día, cada hora.
Cambia en cada frase que resuena en mi oído.
Se viste de conversaciones y se calza de gestos.
Haciéndole compañía lleva algunos prejuicios,
Que sirven de complemento según la ocasión.
Difumina hasta el caos esta resaca sincretista,
Cincelando las costumbres y descosiendo las banderas.
Sirve al poderoso como yugo y martillo
Y al ignorante como piedra que le arrastra hasta el fondo del mar.
Otros la destruyen cimentando con nuevos ladrillos el mismo muro
Incluso algunos osados dudan de que suceda por azar.
Si supieran que simplemente es lo que somos cuando estamos juntos.
Que no nos pertenece por encima de los demás.
Siendo esta tan nuestra como es nuestra propia palabra
Y las palabras de todos aquellos que quieran hablar.
Que no se puede encorsetar al ser humano más allá de lo que dura la noche y el día.
Que es el apropio de esta, por nuestra parte, su final.